Quedaron terceras

t.A.T.u, “bollería” pop de laboratorio

Quédense con este nombre: Ivan Shapovalov. Es el inventor de un grupo musical que ya ha conseguido vender millones de discos en todo el mundo, formado por dos chicas de 18 años, que se confiesan lesbianas, amantes, y que propusieron cantar desnudas en el Festival de Eurovisión. Al final, no ha sido para tanto. Aparecieron en Riga con camiseta blanca,tejanos ceñidos de cintura baja y los mismos nervios que el resto de sus colegas competidores. Tuvieron una actuación correcta, por encima de la media, y sin romper ningún plato, se retiraron del Skonto Hall cosechando grandes aplausos, pero también abucheos.

Creadas por un psicólogo Ivan Shapovalov fue el creador de este grupo tan de moda. Fascinado por las páginas porno dedicadas a adolescentes en internet, seducido por los frágiles cuerpos de las “bollicaos”, y con una incipiente carrera como productor musical, decidió convocar un casting con la finalidad de crear nuevas estrellas. Se presentaron 500 chicas, todas dispuestas a triunfar en el mundo de la música, la mayoría entre 13 y 18 años. Eligió a Yulia Volkova y a Lena Katina. Ambas tenían en esas fechas, hace cuatro años, entre 14 y 15. Eran de familias modestas y estaban dispuestas a todo para tocar el cielo del éxito. Las malas lenguas aseguran que llegaronn a acostarse con su “descubridor” y aceptaron simular que son lesbianas. Yulia ya cantaba con Lena en un grupo musical infantil, del que fue expulsada por acoso sexual a varias compañeras de la banda. Llegaron a actuar en España en un programa de Teresa Rabal. La historia de Shapovalov El personaje que está detrás de Tatu es un genio inquietante y perverso. Tiene 36 años, nació en Siberia, es divorciado y padre de un hijo de 14. Estudió psicología y llegó a trabajar durante un par de años como psicólogo infantil, carrera que le llevó al marketing político, donde ejerció de supervisor de imagen de un candidato que ganó las elecciones. De ahí saltó a la gran publicidad: trabajó como creativo en la agencia publicitaria Walter Thompson y se dedicó a diseñar spots para televisión. En 1999 decide dar el salto a la producción musical y convertirse en creador de estrellas del “pop”. Shapovalov había descubierto las inmensas posibilidades de prefabricar cantantes y decide invertir sus ahorros en la creación de “Tatu”. Según declaró, se había propuesto crear un dúo “de chicas menores de edad, lesbianas, enamoradas y sin prejuicios”. Con este motivo organiza un cásting masivo y elige a Yulia y a Lena, a las que contrata por cinco años, según “La Luna”. En la página web de su compañía discográfica rusa queda muy claro: “El contrato especifica que nosotras, como artistas, somos propiedad de Ivan. Tenemos que hacer y decir lo que él quiera”. Más claro: agua.

Iván, que es un profesional “muy riguroso” y no quiere dejar nada al azar, se acuesta con ellas antes de firmar un contrato. Lo dice su ex amante Erica Koper y se lo confirmó a un periodista inglés el propio productor, asegurando que “se había aprovechado de las circunstancias en numerosas ocasiones”, aunque ahora lo niegue. En cualquier caso, muchas de las chicas que acudieron al cásting declaran que recibieron proposiciones sexuales del productor musical. Sin ir más lejos, Vika Mostovaya, que tenía 14 años cuando participó en las pruebas de selección, le dijo a un periodista de “Rolling Stone” que Iván le preguntó si era virgen. Cuando Vika le contestó que sí, le propuso que dejara de serlo con él por el bien de su carrera. La negativa de la niña llevó al productor a decirle que había otras soluciones, por ejemplo el sexo oral. Vika salió corriendo. La misma aspirante también cuenta, sobre las características que debía tener el grupo musical, que Ivan quería saber si “estaría dispuesta a besar a otra chica en caso de que fuera necesario en las actuaciones en directo”. O sea que ya tenía muy clarito que lo que buscaba era un dúo pop lésbico, lo que ha provocado enormes quejas de las organizaciones de homosexuales, que lo consideran una “burla comercial”.

Es difícil, de todas maneras, que alguién se querelle contra Iván por abuso sexual, porque la edad legal para tener relaciones sexuales en Rusia con una mujer es de 14 años.

Yulia y Lena Al productor musical hay que reconocerle que sus intuiciones comerciales son realmente acertadas. La suma de morbo adolescente y “rollo bollo”, mezclado con un pop correcto, han convertido a “Tatu” en un gran éxito comercial. Yulia es la hija única de una familia moscovita modesta. Su padre Oleg es un hombre humilde, que se dedica al comercio, y su madre, Larissa, padece una diabetes crónica. Yulia se puso a trabajar desde niña, desde los diez años, para ayudar a su familia. Sigue viviendo con sus padres en un destartalado barrio del norte de Moscú. Lena es hija de padres divorciados. Sergei, su padre, es un músico sin oficio ni beneficio, arruinado y sin carrera. Su madre, Inna, es dependienta en una tienda de ropa, según cuenta la revista “Rolling Stone”. Se separaron cuando ella tenía tres años y pasó a vivir con su abuela.

Parece que las dos tenían novio cuando fueron fichadas para formar “Tatu” e incluso ahora cuando se les pregunta sobre su tendencia sexual, aseguran: “¿Y si fuéramos bisexuales?”. Se les va la olla cuando hablan de futuro, porque las dos comentan que les gustaría tener marido, hijos, una familia y una vida normal. O sea que se acuerdan del guión pactado y no se refieren a su “lesbianismo” de oportunidad por ninguna parte.

Su carrera musical Su comportamiento sexual explícito, sus morreos con lengua en lugares públicos, los relatos de sus hazañas sexuales en las camas de los hoteles y sus amenazas de cantar desnudas en Eurovisión las situaron en el centro de la polémica. A pesar de que sólo han quedado terceras en el 48 Festival, la proyección pública, masiva y televisiva del acontecimiento musical les habrá servido para multiplicar las ventas de su único disco, “200 Km./h in the wrong lane”, que ya ha “colocado” millones de ejemplares en todo el mundo: Finlandia, Reino Unido, Francia, Estados Unidos y Taiwan. En su propio país, Rusia, han vendido un millón y medio de ejemplares. En Japón, país devoto del “lolitismo”, han servido 500.000 discos. En España se acercan ya a los cien mil ejemplares vendidos y tienen varios clubs de fans. t.A.T.u. ha tenido un apoyo impresionante de la MTV, aportando a Riga un pop heterodoxo, que rompe con las tradiciones “festivaleras” de los concursos europeos de canción. Su provocación es un single techno: “Nie vier, nie boisia, nie prasí” (no creas, no temas, no pidas). Para encontrar un huracán como Tatu nos tenemos que remontar a Dana Internacional, el travesti israelí que ganó en eurovisión 1998.

Tatu ha evitado que el de este año sea un Festival tremendamene aburrido, aunque al final se han comportado y han actuado como si fueran monjas de clausura. Ni un solo morreo, y sus insinuaciones sexuales han estado por debajo de las de Massiel en 1969. Sus poses descaradas, sus descalificaciones previas de Eurovisión, su falta de respeto a los periodistas y las provocaciones a la moral pública imperante han sido un aliciente para aumentar la audiencia de la transmisión televisiva, pero han brillado por su ausencia.

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