Polémico libro

“Aquellos que ven la telecaca no deberían tener derecho a voto”

Han corrido ríos de tinta para atacar a Fernando Sánchez Dragó por contar, en el libro “Dios los cría... y ellos hablan de sexo, drogas, España, corrupción”, lo siguiente:

“En Tokio, un día, me topé con unas lolitas, pero no eran unas lolitas cualesquiera, sino de esas que se visten como zorritas, con los labios pintados, carmín, rimel, tacones, minifalda... Tendrían unos trece años. Subí con ellas y las muy putas se pusieron a turnarse. Mientras una se iba al váter, la otra se me trajinaba”.

Pero la mayoría de la gente que le ha criticado por su tendencia a la pederastia y que ha opinado sobre sus 'hazañas' no se ha leído el libro, que está plagado de opiniones controvertidas, misóginas y de aventuras sexuales, escuchadas por un atónito Albert Boadella que se pasa medio libro, estupefacto, ante el despliegue exhibicionista de su compañero de página.

Fernando Sánchez Dragó, director y presentador en Telemadrid, defiende los harenes de Estambul, el incesto, las relaciones con menores y cuenta como ha practicado el coito en la Catedral de Sigüenza, en un club nocturno de Bangkok, en público, con su mujer, o sentado en un taburete en un bar de Torremolinos, rodeado de gente. Éstas son las otras 'perlas' del escritor.

“Las mujeres nunca han vivido mejor que en los harenes”

En el siguiente párrafo critica la abolición de los harenes por parte del padre de la patria turca, Ataturk: “Imagínate lo que debía ser Estambul antes de que llegara este borrachín y militarizase el país prohibiéndolo todo: la forma tradicional de vivir, los velos, los harenes... Nunca han vivido mejor las mujeres turcas que en los harenes de la cultura otomana. ¡Con qué delicadeza, con qué mimo eran tratadas ahí! ¡Con qué libertad también!”

“Los que ven telecaca no deberían tener derecho al voto”

En la página 39, después de defender el modelo social de “La República” de Platón, asegura: “... ya en el peldaño inferior viene la gran masa informe de los súbditos, gente que necesitan ser rectamente gobernadas y dirigidas en función de su propio bien, pero en manos de las cuales no puedes dejar las decisiones. De modo que ”un hombre, un voto“...¡De ninguna de las maneras! (…)”

“Los que ven programas de la telecaca, o los que se pasan cinco horas al día viendo partidos de fútbol. Esa gente ¿debe tener derecho al voto? ¿Deben tenerlo quienes aúpan a Belén Esteban, la miran bailar y le aplauden las gracias? No.”

“Que le den por culo al Rey”

En la página 43, tras relatar su admiración por José Antonio, al que califica como hombre de izquierdas, afirma: “Todos los años me reúno con ellos en la casa de Hedilla (un falangista) para hacer una comida cuyo plato fuerte es el conejo, en la que acaban cantando brazo en alto: ”Que le den, que le den, que le den por culo al Rey“. Y yo me sumo, pese a no ser republicano, como lo son ellos. La última vez la cantamos en un restaurante de los alrededores del Retiro, a grito pelado.”

Boadella, anonadado, asegura que Dragó debería ser declarado “reserva natural”. El nivel de provocación va creciendo hasta el punto que Albert Boadella, ya en la página 55, le dice: “De la misma manera que yo identifico a los toros con España, te identifico a ti con una idea muy característica de lo carpetovetónico, deberías ser declarado reserva natural de la Península.”

Entra whisky, ilegalmente, en Telemadrid

En la página 59 confiesa que se salta a la torera todas las normas que Telemadrid impone a sus trabajadores con el criterio de que “ante el hecho consumado nunca pasa nada. El error consiste en pedir permiso”. Y sigue: “Yo siempre tenía una botella de whisky en el cajón (en Telemadrid), aunque allí regía la ley seca. Necesito tomarme un trago antes de salir a plató porque, aunque nadie lo crea, soy muy tímido y tengo miedo escénico. En cuanto tomo un whisky, lo pierdo”.

“La palabra de una mujer vale más que la de un hombre”

En la página 61 se queja de que los hombres y, además, españoles, hemos perdido los derechos:

“...yo, ahora, no me meto con una desconocida en un ascensor ni a palos, porque sale y dice que le has tocado las tetas y te buscas la ruina. Es su palabra contra la tuya, pero la palabra de una mujer vale más en estos tiempos que la de un hombre. Para que la ley te ampare tienes que ser mujer, homosexual, travesti, negro, inmigrante, ateo, musulmán o de izquierdas. Si no eres nada de esto, estás frito. Yo, cualquier día de éstos, salgo del armario, me pongo bragas, falsifico un pasaporte ecuatoriano, rezo mirando a La Meca y me enfundo una camiseta con la foto del Che Guevara.”

“Follé en la catedral de Sigüenza”

El relato de sus hazañas sexuales ocupa una buena parte del libro, con pelos -nunca mejor dicho- y señales. En la página 133 relata un“”polvo“ muy religioso:

“...una vez llegué al extremo de follar en la catedral de Sigüenza. Fue en 1970. (…) nos entró de pronto un arrebato de esos típicos de la siesta, que es la hora más sexual del día, de modo que la arrinconé detrás de un confesionario, y ¡zas!. Pensado, dicho y hecho. Fue como un trallazo”.

Sigue contando que ha “follado en sitios inverosímiles. En el ferry que une Algeciras con Tánger” (pag. 134) y sigue (pag. 135), otra vez, en Torremolinos, “allí mismo, en la barra de un bar, rodeados de gente, de pie yo y sentada ella en un taburete seguí follándola (se refiere a una actriz muy conocida). Te parecerá inverosímil, pero no fue un polvo difícil. La chavala se había puesto un gabardinón y debajo de él iba en cueros”.

Dragó, experto en diferentes tipos de pollas

En la página 146, el escritor nos sorprende con su teoría sobre la anatomía humana masculina: “¿Sabes cuáles son los grados de dureza de la polla? Blanda, morcillona, dura con brillo y reventona. La palabra morcillona, es genial, es una auténtica creación lingüística. Lo de reventona es de mi cosecha!”

Sexo en público en Bangkok: “Me porté como un jabato”

En la página 148 describe como, con una de las tres mujeres con las que ha estado casado, tras un “striptease” que ella ofreció al respetable, echaron un polvo en público en un tugurio de Bangkok, capital de Thailandia:

“...terminamos follando en público, sobre la tarima. Me porté como un jabato, y ella como una jabalina. Los aplausos fueron ensordecedores. Había algunos japoneses que me gritaban:¡Number one, number one!. Las chicas tailandesas se frotaban contra mí como gatitas en celo. Yo estaba ebrio de gloria”.

Dragó, “el Superman de Patpong”

Pero la cosa siguió porque luego afirma que un individuo “de gesto torvo”, intentó contratarles para dar dos espectáculos diarios y aceptaron repetir el número en otro antro. El resumen es genial: “Más gloria.¡Qué digo gloria!¡Apoteosis! Ya veíamos nuestros nombres en los luminosos de neón: ”Dragó, el Superman de Patpong“. Ella se disfrazaría de Carmen de bizet, yo de torero”.

“Lo natural es el incesto” / “Me masturbé pensando en mi madre”

En la página 154, otro momento 'brillante', cuando afirma que “lo natural es el incesto”. Y sigue: “Yo, a los ocho años ya me masturbaba y a veces lo hacía pensando en mi madre, lo que a ella, si lo hubiera sabido, le habría horrorizado”.

Me encanta vestirlas de monjas

En la página 157 cambia de tercio y asegura que “¡Ligar con una monja es mi obsesión! Yo, en alguna ocasión, he alquilado en Cornejo un traje de monja y se lo he puesto a una chica para follar con ella. Hay una película porno maravillosa (…) que vemos continuamente. Se llama ”Fuego bajo los hábitos“.

“Me gustan las de quince”

Sánchez Dragó insiste continuamente en el libro en su pasión por las niñas jovencísimas. “A mí me gustan las de quince” asegura en la página 159. “No hay nada como la piel tersa, los pechitos como capullos, el chochito rosáceo.”

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