Estados Unidos

Lo último de Oprah Winfrey: irrumpir en bodas por sorpresa

Inspirada quizás en la película “Wedding crashers” (verano de 2005), donde los protagonistas Owen Wilson y Vince Vaughn interpretaban a dos socios que se dedican a colarse en bodas para ligar con mujeres solteras, la conocida presentadora nortamericana Oprah Winfrey irrumpió este pasado fin de semana en un par de bodas en Tulsa, Oklahoma, para grabar escenas que ofrecerá la próxima temporada en su programa de televisión. “Cuando nos estábamos preparando, escuchamos que Oprah estaba en la ciudad comprando regalos de bodas”, dijo Sarah Klein, hermana del novio Ben Klein, quien se casó con Heather Anderson. “Todos bromeamos que debería venir a la boda”. Y eso fue exactamente lo que ocurrió. “Entró luciendo su vestido rosado, escondida bajo su sombrero”, relató Klein. “Yo sabía que era ella”. Winfrey le regaló a los recién casados una vajilla de platos y posó para una fotografía durante los pocos minutos que pasó en la recepción. Antes de llegar a la fiesta, Winfrey se detuvo en otra boda, según la cadena KOTV, que ofrece localmente el programa “The Oprah Winfrey Show”. La actriz y animadora de televisión sorprendió en su fiesta a Morgan y Bethany Francis, a quienes felicitó y les dejó como obsequio más vajillas de platos. Los fragmentos de su visita a los matrimonios de Tulsa serán televisados en septiembre.

Se calcula que el programa de Oprah alcanza una audiencia semanal de 30 millones de telespectadores en Estados Unidos y 100 más en otros países. Visitó a la tribu de los Navajo Otras de las estrambóticas iniciativas de Oprah Winfrey tuvo lugar la semana pasada, pocod días antes de “las bodas”, cuando la reina de los programas de testimonio visitó la Nación de los Navajo, para grabar imágenes de un próximo episodio de programa, según un comunicado de la tribu india. Winfrey paseo por Window Rock , la capital de los Navajo, y vio una presentación del baile “powwow” de los niños. “Fue un verdadero honor tener tal celebridad agraciarnos con su presencia, especialmente con la tierra sagrada justo bajo Window Rock”, dijo el presidente de la Nación Navajo, Joe Shirley Jr. “Es una persona muy agradable, claro, muy honorable”, agregó. La Window Rock (Ventana de Roca) es la forma geográfica de donde viene el nombre de la comunidad. Priscella Littlefoot, la coordinadora de To'Nanees' Dizi, que organizó el evento, dijo por medio de un comunicado que “Oprah es nuestra llave para dejar que entre el mundo”. “Esperamos que la vista de Oprah muestre que, si bien tenemos problemas sociales, también tenemos nuestras tradiciones, nuestra cultura y lengua”, señaló. La pasada temporada regaló 250 coches La reina de los programas de testimonio de la televisión de Estados Unidos, Oprah Winfrey, empezó la decimonovena temporada de su show (septiembre de 2004) regalando 276 coches, equivalentes a un total de siete millones de dólares (5,7 millones de euros). El arranque de temporada no pudo ser más espectacular ya que Winfrey regaló el modelo Pontiac G6 sport sedan a personas cuyas familias habían escrito al programa asegurando que merecían el premio. “Ningún sueño es demasiado salvaje, ninguna sorpresa es imposible”, proclamó entonces la presentadora antes de ponerse a regalar automóviles. En un primer momento, seleccionó a 11 personas del público, a los que sorprendió con las llaves del coche, valorado por el fabricante General Motors en 28.000 dólares (22.875 euros). Poco después, distribuyó cajas de regalo entre el resto del público asistente, asegurando que 12 de ellas contenían las llaves de otro coche. Sin embargo, cuando abrieron sus paquetes, todos resultaron agraciados. Este gesto fue posible gracias a un acuerdo alcanzado con General Motors, que buscaba promocionar así un nuevo modelo de coche. Según la compañía, el precio de los vehículos es el mismo que alrededor de 50 anuncios en prime time. Éste no fue el único regalo que se repartió: también se dieron cuatro becas escolares, una casa amueblada y con electrodomésticos y un cheque de 130.000 dólares. Su programa cumplió 20 años el pasado noviembre Cincuenta millones de espectadores siguen su programa, las editoriales tienen un best seller inmediato cada vez que menciona un libro, hace reír y llorar a su público con una simple mueca y es capaz de dedicar un programa entero a un individuo anónimo con la misma devoción que, en otras ocasiones, lo dedica a su autoensalzamiento. Ésa es Oprah Winfrey, indiscutiblemente la mujer más poderosa de Estados Unidos. Su programa, que ha aportado a la historia de la televisión mucho más que un formato lacrimógeno, cumplió el pasado noviembre 20 años en antena.

Es difícil que Oprah Winfrey pueda caer mal a nadie, casi tan difícil como entender el influjo que posee sobre la conciencia de sus seguidores. Su biografía es el relato puro del sueño americano y su vida, llena de contradicciones, tiene episodios de altruismo y egocentrismo a partes iguales.

Nacida en la más profunda de las tierras americanas hace 51 años, la niña Oprah era tan pobre en Misisipí que tenía que hacerse vestidos con la tela de los sacos de patatas. Nunca ha ocultado que su familia era socialmente desastrosa. A los nueve años ya había sufrido abusos sexuales de familiares y amigos de sus padres, a los 12 ya había pasado por un correccional y a los 14 abortó tras una violación.

A pesar de esta infancia horrible, era buena estudiante y disfrutaba con la lectura. Logró un empleo en una emisora de radio y se marchó después a Baltimore para trabajar en una cadena local de televisión. Sólo unos años después, Oprah se había convertido en la personalidad televisiva más influyente, la mujer más rica (su fortuna supera los 1.500 millones de dólares, algo menos de 1.300 millones de euros) y la más exitosa en todos los ámbitos a los que dedica su atención. Si decide actuar, es nominada a un Oscar (El color púrpura). Si quiere aumentar su imperio, monta una cadena de televisión (Oxygen) o una revista que lleva, por supuesto, su nombre. Si decide adelgazar, pierde 35 kilos.

Y si algo sorprende todavía de “The Oprah Winfrey Show” es su capacidad incomparable para interactuar con la audiencia, la que está en el estudio o en sus casas. Oprah habla a la cámara con una fuerza única, con la honestidad de quien parece no haber ocultado nada en su vida. Que ella hable de su infancia, de sus problemas de peso, sus experiencias con la cocaína o sus conatos de depresión provoca sobre sus invitados un efecto confesionario que no es comparable a nada similar en televisión.

Quienes critican sus modos televisivos consideran que es la reina de los excesos, sentimentales y materiales (el año pasado regaló un coche a cada uno de los 276 miembros del público del programa). Oprah llora ante la cámara cuando habla de las víctimas del huracán Katrina, mientras el pescado fresco que se come en su casa se trae para ella desde el archipiélago de Palau. Pero es también una mujer soltera con problemas de peso en un medio que premia la belleza y un país que glorifica religiosamente el matrimonio.

Oprah podría ser presidente de Estados Unidos si quisiera serlo. Michael Moore, entre otros muchos, defiende su candidatura. De momento, celebra su aniversario televisivo con una caja de seis DVD que son, como no podía ser de otra manera, un enorme éxito de ventas.

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