Crítica

“Aquí no hay quien viva”: Humor vertical

Cualquiera que haya seguido la trayectoria profesional de José Luis Moreno tiene derecho a ser escéptico en el momento de enfrentarse a una de sus nuevas aventuras televisivas. Avalado por respetables resultados de audiencia y algún que otro fracaso, Moreno representa un modelo de televisión popular que conecta con un espectador amante de entretenimientos basados en un humor tan primario que a veces requiera de que tu vecino te dé un codazo en las costillas para señalarte que toca reírse. En esta ocasión, Moreno es el ideólogo de Aquí no hay quien viva (Antena 3, domingo, 21.30), historia de una escalera sin la ambición dramatúrgica de Buero Vallejo, retrato de una comunidad de vecinos menos inquietante que la de Álex de la Iglesia y homenaje al tebeo 13, rue del Percebe.

Con más medios que los que suelen dedicarse a este tipo de vodeviles y actores capaces de salvarlo casi todo, el primer capítulo presentó a todos los personajes, entre los que destaca un portero despistado e incompetente, cuyos diálogos con su padre, vendedor del Círculo de Lectores, y con Santiago Segura, cameo invitado para la ocasión, fueron lo más saludable de la entrega inaugural. Historias trenzadas y verborrea fácil conducen las escenas, arriba y abajo, de escaleras y puertas por cuyas rendijas se adivinan tópicos que actualizan el género de la españolada. ¿Cómo? Con parejas de homosexuales, hijas de papá a la espera de boda, desenfado, matrimonios convencionales hundidos en el tedio, solteronas reprimidas, desparpajo, hijas respondonas pegadas al móvil y, para dejar claro que tampoco se trata de inventar la pólvora, la sobadísima escena del chico que se está duchando, que sale a abrir la puerta y que no puede volver a entrar (para que todo el vecindario acabe viéndole el culo, como al modelo de la colonia de Lacoste). Ejemplo de diálogo: “¿Tenemos gel?”, le pregunta el novio de la nueva vecina. Y ella responde: “No, tenemos Fairy”. Llamarle humor a eso quizá sería excesivo, pero hace tiempo que, bajo este epígrafe, se incluye todo lo que no tiene dónde caerse muerto. En cuanto al aspecto general de la serie, está más cuidado que en otras ocasiones, e incluye unas cortinillas musicales tan pegadizas que, de madrugada, cuando ya crees haberte olvidado de la escalera y de sus costumbristas circunstancias, te siguen resonando en la cabeza.

[Una media de 2.581.000 espectadores (21,6% de cuota de pantalla) siguieron el pasado domingo el estreno de Aquí no hay quien viva en Antena 3].

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