La dimisión de Álex de la Iglesia, primera consecuencia de la polémica “Ley Sinde”

La dimisión de Álex de la Iglesia, primera consecuencia de la polémica "Ley Sinde"

El director de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España, Álex de la Iglesia, ha anunciado que dimitirá de su cargo tras la gala de los Goya en un artículo en el diario El País, como medida de protesta ante la aprobación de la denominada “Ley Sinde”.

En ese artículo, el guionista y director asegura que “no voy a dejar de discutir, pero francamente, prefiero hacerlo como director, que como presidente. Lo coherente es dejarlo. (…) El debate continuará, pero en un lugar adecuado. Después de la gala, dimito como presidente. Seguiré siendo miembro de la academia, discutiendo y metiendo la pata como siempre, pero como director de cine, que es lo mío”.

De esta forma, parece que De la Iglesia cumplirá con la “amenaza” que lanzó hace algunos días vía Twitter, y que ha estado debatiendo con sus seguidores durante algunos días. En la red social dejó claro su punto de vista: “Lo hemos intentando, y no habido respuesta. Cero. Han pactado una ley que no conviene a nadie. ¿Dos intervenciones judiciales? Desastre. El PP ha enfangado una cosa de por si enfangada. Qué desastre”.

El Gobierno, el PP y CiU han llegado a un acuerdo para aprobar la ley

Los Grupos Parlamentarios de PSOE, PP y CiU alcanzaron ayer un acuerdo para pactar en el Senado una enmienda a la disposición final segunda del Proyecto de Ley de Economía Sostenible, referente a la conocida como “Ley Sinde”, según informa Europa Press.

Los tres grupos han pactado una enmienda en el Senado sobre la conocida ley antidescargas que, entre otras cuestiones, contempla la necesidad de una autorización judicial previa al cierre de páginas web o retirada de contenidos, para lo cual se fija un plazo de 24 horas.

Los Juzgados Centrales de lo Contencioso-Administrativo tendrán la potestad de interrumpir la prestación de servicios o retirar contenidos que vulneren la propiedad intelectual y deberá dictar una resolución, a petición de los órganos competentes, previa audiencia del Ministerio fiscal, en un plazo de 24 horas siguientes a la petición.

Además, contempla la creación de una Comisión de Propiedad Intelectual, que, compuesta por dos secciones, desempeñará funciones de arbitraje y mediación -en el caso de la sección primera- y será la encargada de requerir al juzgado la intervención en caso de conflicto -en el de la sección segunda-.

Sólo si las webs tienen ánimo de lucro

La Sección Segunda de la Comisión de Propiedad Intelectual será la encargada de adoptar las medidas para que se interrumpa la prestación de un servicio o se retire el mismo cuando vulnere derechos de propiedad intelectual “siempre que el prestador, directa o indirectamente, actúe con ánimo de lucro o haya causado o sea susceptible de causar un daño patrimonial”.

No obstante, antes de proceder a adoptar estas medidas lo comunicará previamente para insta a la retirada o suspensión del mismo de manera voluntaria en el plazo de 48 horas “o, en su caso, realice las alegaciones y proponga las pruebas que estime oportunas”. En todo caso, la ejecución de las medidas sancionadoras requerirá una autorización judicial previa.

La ministra Sinde agradeció el esfuerzo de De la Iglesia antes de conocer su dimisión

González Sinde aprovechó también ayer para agradecer al presidente de la Academia Álex de la Iglesia, muy crítico con este acuerdo, el “esfuerzo que ha hecho en las últimas semanas de conocer las razones, de mediar, profundizar en este debate”.

La ministra ha reconocido que “él se ha expuesto, ha invertido muchísimo tiempo y energía, y yo se lo agradezco enormemente y respeto sus criterios”.

El artículo completo de Alex De la Iglesia en El país

Tengo que reconocer que estos dos años al frente de la Academia han sido de los mejores de mi vida. He aprendido mucho, he conocido gente estupenda, pero desde un ángulo distinto al del director. Comencé reconociendo que me bajaba películas, sobre todo porno, y sentó fatal a los distribuidores, a los exhibidores y toda la profesión en general. Incluso me llamó mi madre. Esas declaraciones adolescentes me llevaron a reunirme con ellos y entender su punto de vista. Lo mismo me ha pasado con el problema que nos ocupa, la posición de los creadores en la Red. Empecé haciéndolo fatal, sin conocer el tema a fondo y dejándome llevar por mis prejuicios, que son muchos y variados.

Conducido de nuevo por el método ensayo-error, decidí reunirme con los que quisieran hacerlo para explicarme su punto de vista. Y de pronto descubrí que había muchos puntos en común. Nadie estaba a favor del todo gratis, estaban de acuerdo en reconocer los derechos (y obligaciones) del autor frente a su obra, y a todos les parecía correcto buscar una manera ágil y eficaz de hacerlo.

Yo, por mi parte, reconocí que el modelo de mercado necesitaba ser ampliado y corregido, que la oferta legal no era suficiente, y que compartir archivos con libertad era algo inamovible y deseado por todos. Conocí a David Bravo, a Julio Alonso, A Josep Rover, a Francisco George del Partido Pirata, a David Maeztu, hablé con Enrique Dans, y muchísimos más, por Twitter.

Teniendo posturas absolutamente divergentes, el diálogo era fluido y sobre todo, constante. Soy un tipo con el genio fácil y dado a la respuesta rápida y poco meditada. Esta gente me dio una lección. Es cómodo hablar con los que te siguen la corriente: te reafirmas en tus ideas, te sientes parte de un grupo, protegido, frente al resto de locos que se equivocan. Por vez primera, aprendí que dialogar con personas que te llevan la contraria es mucho más interesante.

Puede resultar incómodo al principio, sobre todo si eres soberbio, como yo. Pero cuando aprendes a encajar, la cosa fluye, y las ideas entran. En este país cambiar de opinión es el mayor de los pecados. Creo que tenemos instalado el chip de la intransigencia desde hace tiempo. Hablé de ello en mi última película. La única manera de arrancárnoslo es mirar a la cara a la gente y decir lo que piensas con el convencimiento de que puede no ser cierto, que puedes estar diciendo o haciendo una tontería.

No voy a dejar de discutir, pero francamente, prefiero hacerlo como director, que como presidente. Lo coherente es dejarlo. Acabaré lo que he empezado, eso sí, no quiero decepcionar a los compañeros de profesión, y prometo no empañar la ceremonia con este asunto. Quiero que sea la fiesta que todos esperamos. El debate continuará, pero en un lugar adecuado. Después de la gala, dimito como presidente. Seguiré siendo miembro de la academia, discutiendo y metiendo la pata como siempre, pero como director de cine, que es lo mío.

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