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Úrsula Corberó y Tristán Ullóa se meten en “Snatch”: “Tenemos que ser más peliculeros en las series españolas”

Lorenzo Ayuso

Snatch, la adaptación de la película homónima que puso a Guy Ritchie en el disparadero de Hollywood, estrena este 26 de septiembre su segunda temporada en España. Y es España el escenario de esta nueva tanda, lo que ha permitido que un nutrido grupo de intérpretes ibéricos se asomen con papeles de mayor o menor envergadura al pintoresco universo desarrollado para televisión por Guy Ritchie: Hovik Keuchkerián, Jordi Vilches, Rubén Ochandiano, Blanca Marsillach y Simón Andreu son algunos de ellos, aunque quienes se llevan el diamante en este caso son Tristán Ullóa y Úrsula Corberó, que se integran con soltura en la banda que ya formaban actores como Rupert Grint, Luke Paquallino o Dougray Scott.

La producción, el billete más alto con el que Orange Series abre su apuesta en el mercado de plataformas, ha resultado una experiencia enriquecedora para ambos, como cuentan a VERTELE. “Tenemos que perder mucho pudor en las producciones españolas de ser más peliculeros, más macarras. Aquí hay mucho sentido del humor, mucho género, y no hay complejos en hacerlo”, argumenta Ullóa. Corberó, que viene de haber lidiado con su dosis de acción y frenesí en La casa de papel, vaticina que esto cambiará: “No estamos acostumbrados, pero se avecina una nueva era”.

Por ello agradece encontrarse con un proyecto así, que le permite “lanzarse a la piscina”. En su caso, con un personaje “rompedor” entre manos, Inés: una conductora freelance con un aspecto icónico -con chupa incluida y con carácter circunspecto, a lo Drive-, cuya caracterización tenía “algo de videojuego y anime”.

Una España ilusoria: “Queríamos alejarnos de toda referencia”

La Costa del Sol centra las tramas de esta segunda temporada, aunque no estamos ante un paisaje realista, ni mucho menos. Snatch juega a meter en una Turbomix todos los tópicos y referentes que un guiri puede tener de nuestro país, dando pie a un mejunje que, como el propio actor vasco indica, remite más a “otras latitudes”.

Su personaje, el alcalde Ortega, es el mejor ejemplo, un cacique impoluto de la localidad inventada de San Toledo, que no desentonaría en cualquier película al más puro estilo de Los mercenarios, abotonado y embutido en gruesos trajes de lino, para el que se colocó referentes tan lejanos como Hannibal Lecter y el Doctor King Schultz al que encarnó Christoph Waltz en Django desencadenado. Un político que no tiene mucho en común con la clase dirigente de nuestro país... Por más que hubiera podido tenerlo: “Alex De Rakoff le puso un nombre a mi personaje que tuvo que cambiar por una coincidencia: se llamaba Javier Arenas”, revela esta coincidencia azarosa.

“Es todo un juego y una recreación, y no todo por qué ser realista”, sostiene Ullóa sobre entrar en esta visión. “Queríamos alejarnos de cualquier referencia”.

Afortunadamente, como añade Corberó, el equipo de la ficción era proclive a escuchar sugerencias: “Ellos escuchaban porque habían estado mucho tiempo en España”. No obstante, también reconoce lo divertido de enfrentarse a según qué planteamientos narrativos: en el guion aparecía que se comía pulpo en Málaga, un detalle que el equipo creativo de Snatch optó por mantener pese a las sugerencias de su reparto autóctono. “Al final estas cosas tienen su gracia, tiene su punto naif, de inocencia, que me da bastante ternura”, defiende.

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