Artículo de interés

Lara quiere Admira. Ideario del nuevo grupo: el “balancismo”

El editor José Manuel Lara es un gran experto en invertir con poco dinero. Por eso, su empeño en hacerse con el grupo de medios de Telefónica, con Admira, no podía tener otro camino que el elegido: buscar muchos socios, cuantos más mejor, que le acepten a él como cabeza de lista para controlar A-3 TV y Onda Cero. Ha acudido a Juan Abelló (ligado a Bertelsmann-RTL), ha acudido a Florentino Pérez (¡Oh capitán, mi capitán), ligado a todo el mundo, y hasta Blas Herrero (del que hablamos en esta edición), el propietario de muchas cadenas de radio desde su amistad profunda con el ex vicepresidente del Gobierno, Alfonso Guerra. Lara tiene tres ventajas: la primera que, en efecto, es un tipo bien visto en Moncloa, especialmente por Ana Botella, a la que ha convertido en autora y presentadora de libros Planeta (incluso de libros plagiados). La segunda ventaja es que es el primer accionista de La Razón (ya hay quien dice que el diario de Ansón ha superado en venta en quiosco, en Madrid, a El Mundo y a ABC), y el director de este diario es uno de los más fieles espadachines del aznarismo (y no da la plasta, como Pedro J. Ramírez). La tercera, que Lara es un chico muy maleable. Vamos, que su ideario más profundo siempre radicará en la cuenta de resultados, algo que siempre agradecen los políticos. Está claro que el editor Lara es el candidato idóneo para convertirse en el Polanco del PP. Eso sí, no va a contar con Rizzoli. Primero porque ni el centro reformismo aznariano es capaz de vender al pueblo soberano (recuerden, cuando al pueblo se le llama “soberano” es que se le va a vender gato por liebre) que las dos únicas cadenas generalistas privadas existentes en España queden en manos de italianos. Y que, allá al fondo de ambos canales (A3 TV y Tele 5), figure un señor de pasado judiciable, presente polémico y futuro tenebroso, llamado Silvio Berlusconi. Así que se buscará otra salida. Además, Rizzoli ya está convencido de que tendrá que soportar a Pedro J. Ramírez como director del diario El Mundo, pero José María Aznar sólo tiene, a día de hoy, tres deseos: el exilio de Sadam Husein, el destierro de Jesús Polanco y un ansia irrefrenable de que el director de El Mundo acompañe a cualquiera de los dos en un viaje sin retorno. Y también está emocionado José Manuel Lara con convertir a Miguel Ángel Rodríguez (MAR), ex portavoz del Gobierno y amigo de la familia Aznar-Botella, en el Juan Luis Cebrián de un megagrupo informativo defensor del ideario centro-reformista, más conocida por ideología “balancín”, acepción con procedencia doble: viene de balance mercantil, pero también de balancear pendularmente las ideas según los intereses del momento. Además, la similitud entre Cebrián y Rodríguez no terminan así. En efecto, ambos están convencidos de que deben sacrificarse para solucionar todos los problemas del mundo, así como de que sólo ellos son capaces de afrontar tan supremo sacrificio. Eso sí, Cebrián tiene mucha más mala uva que Rodríguez, pero eso sólo es cuestión de edad: Mar es mucho más joven. Si será así, es decir, si será posible que MAR se convierta en el hombre de Lara, gran editor, que el grupo Polanco ya se ha lanzado a la yugular del ex portavoz del Gobierno. Le acusan de llevarse las famosas campañas de publicidad institucionales del ministro de Trabajo Eduardo Zaplana, esas en las que se alaba al Gobierno con dinero del Estado. Y también se le acusa de las dificultades financieras que atraviesa la central de medios Carat, que preside Miguel Ángel Rodríguez. El País está muy interesado en lanzar esta segundo obús, entre otras cosa porque controla Media Planning, la otra gran central de medios, que controlan los hermanos March, los íntimos de Polanco, y el inefable Leopoldo Rodés, de profesión sus millones y sus conspiraciones. Y en algo sí coinciden los dos grandes señores de la prensa: Polanco y que está por llegar a través de Telefónica, especialmente Lara: la edición es, como la aristocracia, cosa de pocos. En cuanto entran nuevos agentes en el templo, se contamina la raza. O sea, aquello de “Pequeñines no gracias; mátalos antes de crecer”. Editorial publicada en hispanidad.com, Eulogio López 7/3/01

Etiquetas
stats