Crítica

'Paraíso' justifica su regreso con una temporada final que enriquece el conjunto

Cuenta Ruth García, co-creadora y guionista de Paraíso, que cuando el equipo empezó a escribir la serie tenía muy claro “cómo empezaba y cómo acababa”, y que la segunda temporada que estrena este jueves 16 de junio Movistar Plus+ “es el final deseado”. Una revelación que ayuda a entender la decisión de la plataforma de Telefónica de dar una tanda de capítulos más a la ficción fantástica, y que cobra sentido al sumergirse en los ocho últimos episodios que acaban de ver la luz.

El proyecto ideado por Fernando González Molina y liderado por Macarena García regresa a la acción para despedirse con una temporada definitiva que va de menos a más para encontrar un cierre totalmente satisfactorio a un argumento que en su momento no convenció a la crítica, y que desde el punto de vista global enriquece la propuesta en su conjunto.

Paraíso sitúa a sus personajes tres años después de los acontecimientos de la primera tanda, cuando otro grupo de 'No Muertos', las Novavis, aparece en Almanzora. Su objetivo es destruir el pueblo para poder llevar a cabo su ritual de regeneración, por lo que la vida de los familiares y amigos de Javi (Pau Gimeno) y su pandilla corre peligro.

Con este salto temporal, la serie se desmarca del referente real del caso Alcàsser que vertebró los primeros capítulos para centrarse en la trama fantástica que tiene al grupo de amigos jóvenes como epicentro. Una batalla entre los 'No Muertos', los muertos y los vivos que oscurece el tono de la serie y que le da un cariz más maduro a la apuesta de Movistar Plus+.

Un juego de realidades en el que cuesta adentrarse

Resuelta la trama de la desaparición de tres chicas jóvenes en la costa levantina, la temporada final de Paraíso arranca desde el Algarve portugués con un secuestro que inevitablemente evoca al caso de la pequeña Madeleine McCann en la década de los dos mil. Un punto de partida presentado a través de un flashback que vuelve a conectar a la serie con un suceso real, aunque en este caso trasladado a otra época.

A continuación, la ficción nos devuelve a la actualidad de Javi y sus amigos, a los que despedimos al final de temporada con su muerte en la discoteca Paraíso. En ese momento, y con la ayuda de la joven médium Olivia (Patricia Iserte), se abre paso un juego de realidades en el que cuesta adentrarse y que desconcierta por momentos al espectador.

Porque además de suponer un golpe de timón importante respecto a la trayectoria de la temporada debut, los cambios entre dimensiones y la integración del nuevo grupo de 'No Muertos' llegan a resultar confusos en diferentes tramos de los primeros cuatro capítulos, especialmente en los dedicados a la 'pandilla' protagonista.

Una vez se produce el gran punto de giro de la temporada, Paraíso fluye de manera más natural y satisfactoria. Gracias a los flashbacks, un recurso tan manido como útil, la serie empieza a 'despedirse' reconstruyendo los puntos clave de su trama para ayudar a encajar las piezas del puzle. Así, y tal como prometieron sus creadores, da respuesta a todas las preguntas y firma un cierre que lo tiene todo para dejar conformes a sus seguidores.

El bando antagonista sobresale

En lo que respecta al reparto, la incorporación de Begoña Vargas como Evelyn, la antagonista principal de la temporada, da un salto de calidad al grupo de villanos con un papel sugerente que aporta a la hora de afinar el tono maduro de este conjunto de capítulos. Sobre Álvaro Mel, el otro reclamo de la tanda final, su Mateo pasa desapercibido pese a su aura de misterio casi hasta el cierre, cuando se justifica su presencia.

Al frente se sitúa de nuevo una Macarena García que aporta una luz especial a cada proyecto que toca y asciende a Costa a un plano más adulto, aunque con la misma esencia. Al otro lado, Laura Laprida y Noelia Pompa también sobresalen dentro del bando antagónico, que se confirma como el más agradecido a nivel interpretativo de esta temporada final.

Ahonda sin complejos en el género fantástico

Mención especial merece la selección musical y también la factura de los nuevos capítulos, que presentan un trabajo de VFX más redondo y de mayor calidad que en la primera tanda. Con sus altibajos, Paraíso se despide con la sensación de que ha dado un paso adelante para la ficción patria en un género como el fantástico, territorio poco explorado para nuestras producciones.

Hasta hace un tiempo, las inclusiones del audiovisual español en la ciencia ficción han estado limitadas en televisión a títulos como Los Protegidos -también su secuela El Regreso-, Estoy vivo o El Inquilino. En ese sentido, la serie de The Mediapro Studio coge la avanzadilla y deja la lección de que la industria debe perder el miedo a atreverse con según qué géneros, aunque a día de hoy las grandes producciones internacionales nos lleven ventaja.

Además, la segunda temporada de Paraíso también certifica que nuestras series ganan cuando apuestan por exprimir su propia personalidad. Si la primera tanda generó comparaciones con un referente demasiado reciente y evidente como Stranger Things, los nuevos capítulos demuestran que inspirarse en algo tan conocido no suele ayudar, y que alejarse de ellos es la mejor opción para conquistar a nuevos espectadores.