Cancelado por primera vez en su historia

Eurovisión, el gran evento musical que resistió a muchos nubarrones pero no al coronavirus

El ganador de Eurovisión 2019, Duncan Laurence

Gabriel Arias Romero

La cancelación de Eurovisión 2020 es una decisión histórica para un festival que este año iba a celebrar su edición número 65. La organización del certamen ha anunciado este miércoles 16 de marzo que, como consecuencia de la crisis surgida por la expansión del coronavirus, la cita con Rotterdam no se llegará a producir, y eso es algo que jamás había ocurrido en su larga trayectoria.

Desde que el Festival de Eurovisión celebrase su primera edición en 1956 en la ciudad de Lugano, Suiza, nunca se había adoptado una medida tan drástica como la anunciada en el día de hoy, que supone retrasar la edición 65 al año 2021. Quizá sea porque desde entonces nunca se había producido un acontecimiento tan global como la crisis del coronavirus.

Las medidas que las autoridades de cada país, incluido el país anfitrión, Holanda, han puesto en marcha para frenar la propagación del Covid-19 limitan en gran medida la libre circulación de personas dentro de los países y entre países, algo que impide celebrar el festival con un mínimo de dignidad, lo que ha hecho “inevitable” su cancelación.

“Las restricciones holandesas sobre las reuniones de un gran número de personas y las restricciones en los desplazamientos a nivel internacional implican que mantener el evento, aun sin público, es ahora mismo imposible”, ha explicado la organización del festival, que también descartó la posibilidad de que las actuaciones se celebraran en cada país ya que eso “no sería fiel a los valores y la tradición del evento”.

Un festival que no se frenó ante los contratiempos

Aunque en la historia del festival no se recuerda un acontecimiento como éste, sí ha habido sobresaltos que pusieron en tensión a los organizadores y a la comunidad eurofan, sobresaltos que, en ningún caso, desembocaron en tamaña decisión.

En 1991, por ejemplo, se cambió la sede del festival a última hora por razones de seguridad. Italia era el país anfitrión y su televisión pública, la RAI, había elegido el Teatro Ariston de San Remo (una ciudad costera) como escenario del evento que iba a retransmitir para todo el continente.

Los planes dieron un giro a última hora ya que las tensiones bélicas en la vecina Yugoslavia y la Guerra del Golfo obligaron a reubicar la sede por cuestiones de seguridad. El festival finalmente se celebró en Roma, pero tan apuradas fueron las gestiones que su organización resultó caótica.

En 1993, al desintegrarse Yugoslavia, se produjo un aluvión de incorporaciones, algo que se repitió en los años sucesivos con la llegada de Bosnia-Herzegovina, Croacia, Estonia, Hungría, Rumania, Eslovenia y Eslovaquia.

La BBC, la “rescatadora” del certamen

Algunos países se empacharon con su propio éxito y fue para ellos un problema ganar repetidamente. En 1960, 1963 y 1974, Holanda, Francia y Luxemburgo, respectivamente, declinaron volver a organizar el festival ya que dijeron no poder asumir los costes de los preparativos. También Mónaco renunció a ser la sede de Eurovisión 1971, aunque en su caso alegó no disponer de un espacio adecuado para poder acoger la celebración.

Fue el Reino Unido quien dio un paso al frente en esos casos para poner orden y erigirse como país anfitrión. Su televisión pública, la BBC, no daba a basto, pero no fue la única que se enfrentó a una situación similar, ya que en 1980 Israel se retiró del concurso tras ganar dos veces en casa, y fue Holanda quien se hizo con la retransmisión del evento.

Pero el Reino Unido no siempre fue el mejor de los padrinos. Cuando en 1977 le tocó organizar el festival, una huelga entre los trabajadores de BBC puso en peligro la edición. Los cámaras y técnicos de la televisión pública más importante del mundo, la británica, organizaron una potente huelga y provocaron, de este modo, que el festival se retrasara cinco semanas.

Dadas las circunstancias, BBC decidió retirarse por no poder garantizar que la huelga le fuera a permitir la organización del evento, así que Eurovisión tanteó otras posibles sedes: Málaga, Portugal y Ámsterdam. La capital holandesa resultó escogida como nueva organizadora cuando, en el último momento, Reino Unido anunció que se estaba en disposición de llevar a cabo el certamen. Lo hizo, pero no hubo tiempo de grabar los vídeos que se emiten para presentar a cada país antes de su actuación.

Idas y venidas, pero sin cancelarse... hasta hoy

Si para algunos países fue un problema 'montar el escenario', para otros fue difícil incluso subirse a él. Tras el estallido de la crisis económica de 2008, algunos participantes optaron por salirse del festival para así ahorrarse el dinero que requiere preparar cada una de las candidaturas.

En la edición que estaba prevista para este año habrían participado dos países que no estuvieron representados en 2019 (Bulgaria y Ucrania), pero no iban a estar presentes Hungría y Montenegro.

Bulgaria se ausentó por las dificultades económicas que atravesaba su televisión pública, y Ucrania por el conflicto aún abierto con Rusia, al que considera “estado agresor”. De hecho, los ucranianos motivaron una importante crisis para el festival cuando tuvieron que organizarlo en 2017, tratando de vetar la participación de los rusos, algo que incluso provocó que la Unión Europea de Radiodifusión (UER) ofreciera a Rusia participar vía satélite.

Por su parte, Hungría se negó a participar en Eurovisión 2020 porque el Gobierno del conservador Viktor Orbán consideró que el festival es “demasiado gay”. Montenegro, en cambio, se dio de baja por no poder cumplir los requisitos exigidos.

Estas idas y venidas que se produjeron ante la edición de 2020 han sido la tónica habitual en un festival que comenzó en 1956 con siete países sobre el escenario, y que para este año había previsto la participación de 41 estados de dentro y fuera del continente. Y que se ha convertido, sin quererlo, en la primera edición de la historia en tener que ser cancelada.

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