Opinión

Por qué 'Sexo en Nueva York' no será lo mismo sin Samantha, el verdadero personaje revelación

Kim Cattrall como Samantha Jones en 'Sexo en NY'

Paula Hergar

Esta semana HBO ha anunciado que vuelve Sexo en Nueva York, algo que los fans de la serie podrían celebrar por todo lo alto, porque lo hará con 10 nuevos capítulos que se rodarán la próxima primavera y seguirán basados en la novela de Candice Bushnell. Sin embargo, la alegría no es completa porque, aunque el revival contará con Sarah Jessica Parker, Cynthia Nixon y Kristin Davis, la que faltará será Kim Cattrall. La mítica Samantha Jones.

La actriz ya había manifestado en numerosas ocasiones que no volvería a la serie, tomando lo que considera “una decisión empoderada en mi vida de terminar un capítulo y comenzar otro”. Pero los más fieles seguidores de la ficción también saben que esa ausencia no ha tenido esa única causa, sino que aún recuerdan el rifirrafe público que protagonizó Kim y Sarah Jessica cuando el hermano de la primera apareció muerto y la actriz que da vida a Carrie le dio el pésame, obteniendo como respuesta un: “Deja de explotar nuestra tragedia sólo para restaurar tu imagen de niña buena”. Por lo que la mala relación entre las dos intérpretes seguro que también ha tenido mucho peso en la desaparición del personaje.

Un personaje sin el que la serie no será la misma. De hecho, no es casual que la apuesta regrese con otro nombre: And Just Like That. Porque Samantha era el “sexo” de Sexo en Nueva York. Y sin ella no hay sexo. Pero es que sin Samantha no hay mucho más. Sin ella, la serie vuelve a medias, por todas estas razones:

“¿Sabes quién soy?” El personaje que rompió moldes

Sexo en Nueva York fue una serie revelación en 1998 cuando HBO la estrenó. Porque hasta entonces se podían contar con los dedos de las manos las ficciones con protagonistas femeninas casi en exclusiva. Mujeres que interesaran por sus propias historias y no por ser un catalizador de las de los hombres.

Pero si alguien llevó esa liberación por bandera, esa fue Samantha Jones, que no solo no necesitaba ni saber el nombre de los hombres que pasaban por su vida, sino que demostró que los personajes femeninos son igual o más interesantes que los masculinos porque, además de tener lo mismo que ellos, tienen el poder de romper moldes.

Así lo hizo ella: con su torbellino de energía, valiente, independiente, inteligente, segura de sí misma, fue directa a arrancar de raíz la idea de “solterona” que habíamos arrastrado durante siglos. Siendo la mayor del grupo, ni tenía ni quería un compromiso sentimental, mucho menos mostraba instinto maternal, y su forma de entender el sexo, cual necesidad biológica y hedonista, más allá del amor romántico, creó un referente para las mujeres que no tenían pareja a su edad. Ya no solo dejaba de estar mal visto estar soltera a una cierta edad, sino que miles de mujeres deseaban estarlo y disfrutarlo como Samantha. Un personaje que acabó, sepultó y enterró un estereotipo de género tan dañino.

“¿Sabes quién soy?” preguntaba en las puertas de las discotecas cuando no la dejaban entrar. Y es que, ¿quién a estas alturas no sabe que está delante de una Samantha Jones cuando se la encuentra?

Amamos a Carrie, Miranda, Samantha y Charlotte pero solo admiramos a una

Cierto es que ya hace 23 años que Carrie Bradshaw, Samantha Jones, Miranda Hobbes y Charlotte York se alzaron como los iconos de la mujer de los 90 y 2000 inconformistas, poderosas y liberales capaces de pensar todo el día en hombres pero de vivir sin ellos.

Las cuatro revolucionaron la ficción pero la realidad solo nos la hizo tambalear el personaje de Cattrall. Solo ella nos descubrió que puede llegar la menopausia sin haberte planteado ni una sola vez el ser madre. Sin siquiera sentirte culpable por no pensarlo. Solo Samantha nos enseñó a que el compromiso es una elección y que se puede vivir sin él, ser feliz sin él y disfrutar el momento sin él. Y no porque fuera incapaz de tenerlo, porque con sus amigas era la más leal, sino porque no le interesaba.

Samantha se cargó de un plumazo los prejuicios de las mujeres que están con hombres más jóvenes. Como también nos demostró cómo vivir la sexualidad de forma deshinibida. Y cómo ante la adversidad, lo mejor es aceptarse a uno mismo.

Sí, las cuatro protagonistas pusieron su granito de arena, pero es escalofriante pensar que sin Samantha, ¿con qué nos quedábamos? Con una periodista obsesionada por un hombre dañino para ella, con una abogada adicta al trabajo (eso sí, capaz de evolucionar) y con una niña de papá conservadora y superficial. ¡Qué miedo!

Su discurso sobre el cáncer: la lección de realidad

En la sexta temporada Samantha descubre que tiene cáncer de pecho. Es la única de las cuatro que sufre una enfermedad grave en la serie. Quizás porque solo ella podía soportar tal peso y mantener el humor exigido por el formato. Se enfrentaba a un diagnóstico que solo tienen las mujeres y, encima, le informaban de que al no haber sido madre tenía más probabilidades de sufrirlo. “Es un castigo por no tener hijos” decía ella misma poniendo, una vez más en pantalla, al patriarcado frenando su vida.

Pero, como había hecho hasta entonces, Samantha cogió la vida por los cuernos, la relativizó y lo vivió de la forma más natural posible. Su memorable discurso en plena gala benéfica frente a otras mujeres enfermas como ella marcó otro hito por lo que decía y por lo que hizo. Se quitó la peluca para mostrar su cabeza, con el pelo incipiente, y unos sudores provocados por la quimioterapia. Sin esconderse, porque eso nunca fue con ella.

No conforme con esa “liberación” literal, Samantha aprovechó las pelucas para mostrarse sensual y sexual en esa etapa de su vida. Fue el pistoletazo de salida de una revolución que, años después, cobró fuerza con otras famosas que también mostraron los efectos del tratamiento, sin que eso mermara su autoestima.

Si alguien merecía un spin off era Samantha

Por supuesto Samantha no era perfecta, pero eso le hacía mejor. Se equivocó en multitud de decisiones, en muchas de sus actitudes, en situaciones que protagonizó y quizás en no estar en el revival de Sexo en Nueva York (si es que ha tenido elección).

Pero si Kim Cattrall fuera la misma Samantha Jones, lo que todos esperaríamos es que sacara su propio spin off. Que se liara la manta a la cabeza, que tirara de contactos, movilizara a productores y ella misma escribiera el guion de lo que ha sido de ella hasta hoy.

Porque estamos deseando volver a ver a Carrie, a Miranda y Charlotte, pero el mundo también necesita más dosis de Samantha.

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