Entrevista

Mariano Barroso cuenta el origen de ETA en 'La línea invisible': “No osamos hacer política ni posicionarnos”

Mariano Barroso, en 'La línea invisible'

Laura García Higueras

Mariano Barroso se enfrenta a la promoción de su nueva serie, La línea invisible, al tiempo que como Presidente de la Academia de Cine trata de tomar medidas para que nuestra industria audiovisual se mantenga a flote. Por lo pronto, ha podido llegar a tiempo para el estreno de la ficción de Movistar en la que se ha lanzado a abordar el origen de ETA. Sus seis episodios, ya disponibles en la plataforma, pretenden “arrojar luz sobre un periodo de nuestra historia reciente que es completamente desconocido para todo el mundo: el cómo empezó todo”.

Así, acompañado de un casting liderado por Àlex Monner, Antonio de la Torre y Enric Auquer, ha viajado a la España de los 60 teniendo como objetivo “contar una historia de personas, de personajes”. El director deja claro que su misión con la miniserie no es “hacer política”. Una intención palpable en la pequeña pantalla, al no haberse posicionado al lado de nadie, acercándose con igual mirada y prisma a cada extremo que compone su abanico de protagonistas. Desde el primer miembro de la organización terrorista que cometió un asesinato, Txabi Etxebarrieta; al policía torturador franquista, Melitón Manzanas.

Ganador de tres Premios Goya, al Mejor director novel por Mi hermano del alma (1993), Mejor película documental por Invisibles (2007) y Mejor guion adaptado por Todas las mujeres (2013); Barroso presenta ahora nuevo proyecto televisivo tras El día de mañana y Criminal.

Movistar pone fecha al origen de ETA: 'La línea invisible' llega el 17 de abril 360

'La línea invisible' cuenta el origen de ETA, pero desde la ficción. ¿Qué va a aportar esta mirada a lo que se sabe de la banda?

Va a arrojar luz sobre un periodo de nuestra historia reciente que es completamente desconocido para todo el mundo: el origen. El cómo empezó todo. Todos tenemos muchísima información sobre lo que ocurrió en los años y décadas después, pero no tenemos datos sobre cómo empezó. Lo que hemos hecho es poner el foco justamente en este tiempo en el que se inició, qué ocurrió y cómo hemos podido llegar hasta esto.

¿Por qué se optó porque tuviera seis episodios? ¿No habría permitido una mayor duración ahondar aún más en los motivos por los que cruzaron la línea?

El formato de miniserie me parece muy adecuado para esta historia en concreto. Dura en torno a cuatro horas y media, lo mismo que tres largometrajes de hora y media. Es una duración estupenda porque nos permite contar los hechos y desplegar a los personajes, que es algo que en las películas no se puede hacer. Las series que continúan con otras temporadas se ven obligadas a añadir otras tramas e historias, pero aquí los hechos de los que se habla son muy concretos. Del origen de ETA y de cómo empezó a construirse esta organización que convulsionó al país durante años. Se centra específicamente en las personas que intervinieron en aquella época.

La serie genera de algún modo empatía con todos los personajes, desde Txabi a Melitón. ¿Cómo habéis gestionado ese juego de fichas dentro del tablero para no posicionaros a favor de nadie?

No hacemos política, hacemos ficción audiovisual, cine. Contamos historias por medio de palabras, imágenes y sonidos. No osamos ponernos a hacer política ni a posicionarnos. De hecho, era muy importante en el punto de partida tener claro que el objetivo era contar una historia de personas, de personajes. No hacer un documental de lo que ocurrió. Era esencial bajar a las motivaciones de los personajes para entender cómo empezó todo aquello.

Entender que las motivaciones de los personajes que inician este tipo de conflictos en las sociedades casi siempre empiezan por un detalle pequeño. Todo empieza por motivaciones pequeñas, por grandes mezquindades, motivaciones patéticas en las que hay personajes que se sienten con la grandeza suficiente como para creer que tienen una misión histórica. Uno como torturador franquista sin escrúpulos, el otro como líder de una organización que busca esa cosa tan abstracta llamada identidad nacional.

En la ficción se ve cómo todo empezó siendo muy intelectual, pero después “la sangre” se convierte en necesaria. ¿Por qué este cambio?

Es alucinante investigar la fase que transcurre desde que se toma la decisión a nivel racional e intelectual [optar por la lucha armada], hasta que se emprende la acción. Un trayecto que ocupa dos episodios en la serie y que es decisivo para entender qué es lo que pasaba por la cabeza de esta gente. Uno puede decidir que es muy importante hacer tal cosa, pero otra es hacerla.

¿Por qué piensa que no se había contado esta parte de la historia hasta ahora?

No soy la gente que dice que hay que mirar hacia adelante. Hay que mirar hacia adelante, pero con el retrovisor siempre puesto. Es importante lo que decía Freud de que la única manera de olvidar es recordando. Quizás hasta ahora no había sido posible porque no había pasado el tiempo suficiente como para tener la perspectiva que necesitábamos para hablar de algo que está todavía tan vivo en el inconsciente colectivo del pueblo vasco y de todo el pueblo español. Fue algo que nos cambió. Hay un antes y un después de este evento. Ahora se dan las circunstancias para poder hablar de ello, con distancia.

¿Piensa que al público va a contar con esa perspectiva y que va a abrazar la serie?

Siempre pienso que el público está mucho más preparado que lo que pensamos quienes hacemos las cosas, quienes deciden las que se hacen y los que las cuentan, los periodistas. Todos infravaloramos en general al público, que está ávido y deseando conocer partes de la historia que son desconocidas. Y que a ser posible descubran nuevas capas o nos den nuevas claves sobre cuestiones que vivimos, nos condicionaron y nos marcaron la vida durante tanto tiempo y a tanta gente. Estamos hablando de algo muy grande que afectó a muchas personas.

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