Análisis Vertele

'Lazos de sangre' vs 'Hormigas blancas': dos formas de narrar una misma historia en TV

Ana Obregón grabando 'Lazos de sangre' de TVE

Paula Hergar

Lazos de sangre y Hormigas blancas podrían ser las dos caras de una misma moneda para la historia de sus protagonistas. Ambos formatos narran el pasado de personajes famosos que siempre han despertado el interés de la audiencia, pero uno lo hace respetando la que podría definirse como “la versión oficial” y el otro apuesta por la “extra oficial”, ¿cuál es cuál?

Hormigas blancas, producido por La Fábrica de la tele, emitió sus cuatro primeras temporadas en Telecinco entre 2007 y 2011 y fue presentado por Jorge Javier Vázquez y Jordi González. Mientras que TVE apostó por Lazos de sangre en 2018, bajo la producción de Mediatso, y desde entonces lleva tres tandas (dos de ellas conducidas por Boris Izaguirre).

Ahora que Mediaset ha recuperado el formato para testar su rendimiento en verano, ambos programas han coincidido en el tiempo, mostrando muchas de sus similitudes pero, sobre todo, subrayando las distintas formas que existen en televisión para narrar una misma historia.

A continuación analizamos la mecánica de dos espacios que parecen seguir la misma filosofía, pero que demuestran que en la pequeña pantalla pocas cosas son lo que parecen:

Unas promos que no dejan lugar a dudas

Desde que a un formato le dan luz verde en la cadena, empieza a forjarse y hasta que se estrena en pantalla hay un punto intermedio que es crucial para su nacimiento: la promoción. Los adelantos y/o promos que se emiten como primera presentación para la audiencia son el golpe en la mesa que advierte de qué va esa nueva apuesta.

Que Lazos de Sangre apostara por mostrar a los numerosos rostros famosos con los que contaría en cada una de sus entregas, dispuestos a abrir las puertas de su casa y narrar su historia, no fue casual, sino que transmite la definición exacta de lo que es: la versión oficial, la que quieren contar sus protagonistas, con secretos que se guardarán, sí, pero también con confesiones de primera mano.

Por su parte, el regreso de Hormigas Blancas desembarcaba en la parrilla con el siguiente lema: “El pasado es nuestro mayor enemigo”. Por lo que esos recuerdos (generalmente idealizados) de sus protagonistas, iban a convertirse en su pesadilla en dicho programa que desenterraría pasajes dolorosos o molestos para ellos y haría honor a su título de “hormigas”, entrando a casa de cada uno, sin que nadie les diera permiso y convirtiéndose en un verdadero dolor de cabeza.

Los perfiles distintos de los personajes tratados

Otra de las diferencias entre ambos programas son sus protagonistas. Mientras Hormigas Blancas siempre ha tenido en su objetivo a los nombres que más portadas de prensa rosa han ocupado, los Lazos de sangre han preferido ocuparse de sagas al completo de todos los sectores culturales.

El espacio de Telecinco ha traído al presente el pasado de Carmen Martínez Bordiú, Isabel Preysler, Lolita Flores, Isabel Pantoja, Norma Duval, Ana Obregón, Bibiana Fernández, Miguel Bosé, Jesulín de Ubrique, Carmina Ordoñez, Antonio Banderas, Marisol, Bertín Osborne, Belén Esteban y Rocío Jurado, entre otros.

Y el de la cadena pública ha escogido casi a los mismos protagonistas pero ampliando el foco a su familia: la saga de los Alba, de los Flores, de los Thyssen, de los Nieto, de los Iglesias-Preysler, de los Dominguín-Bosé, de los Pantoja, de los Obregón, de Pepa Flores... hasta que en esta tercera temporada parece que los clanes no han sido suficientes y también han apostado por personajes con nombre propio como José Bono, Sara Montiel o Manolo Escobar, entre otros.

Con nombres que se repiten en ambas producciones y que, por lo tanto, facilitan aún más la comparación de narrativas.

Uno apuesta por el continente y el otro por el contenido

En lo que sí son totalmente opuestos ambos programas es en la forma de brindar el reportaje al espectador. La historia que cuentan puede ser la misma, como ha ocurrido con Ana Obregón o Miguel Bosé, pero con un tratamiento muy diferente.

Boris Izaguirre da unas pinceladas sobre el protagonista que van a tratar esa noche y al dar paso al reportaje, el público se sumerge en la vida de este. Muchas veces de la mano del mismo personaje, como Al Bano cuando les abre las puertas de su casa, y hasta una Lara Dibildos que confesaba algo sobre su adolescencia “que no había contado nunca”. Sin interrupciones, a través de un relato mucho más convencional, la audiencia pasa de los testimonios del protagonista, a los de sus familiares, amigos y periodistas para formarse una idea de las experiencias de vida que ha tenido.

La baza con la que juegan este tipo de programas que cuentan lo que el protagonista quiere contar, que narran la versión oficial y hasta en alguna ocasión hacen un lavado de imagen a sus momentos menos agradables, es que pueden obtener imágenes inéditas que les prestan ellos mismos y que es un soplo de aire fresco para un espectador que creía haberles visto en todas sus facetas. Además, escucharles a ellos de primera mano siempre es un plus.

Por el contrario, Hormigas blancas con Carlota Corredera apuesta por una narración más actual: picadita, rápida y sin adornos. Desde el arranque de la entrega, las imágenes prometen tratar los pasajes más morbosos de la vida de sus protagonistas (relaciones homosexuales, fallecimiento de familiares, discusiones, polémicas...) hasta que conectan con la presentadora que promete lo siguiente: “Vamos a contar la historia como no nos la habían contado hasta ahora”.

Dividen el reportaje en tandas y cada una acaba en lo alto (cual cliffhanger de los de ficción) para que en la mesa de debate profundicen más sobre ello. Por lo que es imposible que el espectador se traslade a la historia que cuentan, casi mimetizado como pasa en TVE, pero también aumentan la adicción por conocer el siguiente pasaje morboso que han adelantado.

Algo que les dificulta contar con el testimonio directo de los personajes, pero a cambio pueden tratar temas que en Lazos de sangre se comentan muy superficialmente. Con Bosé, por ejemplo, profundizaron en su “polémico debut televisivo”, “su condición sexual”, “ambigüedad” y hasta emitieron una llamada con Nacho Palau, el que había sido su pareja durante años.

Dos formas de narrar la misma historia que a ambos les obliga a renunciar a ingredientes pero siempre a cambio de obtener otros.

Mesas de debate con recuerdos idealizados y “bombas”

El distinto tono de cada programa se refleja también en sus mesas de debate y los colaboradores que las ocupan. Rocío Carrasco es el ejemplo paradigmático de ello. Mientras Telecinco había estado persiguiéndole para contar con ella en Supervivientes (por la participación de su hija) o sentarla en programas para que hablara de su vida, ella prefirió fichar por Lazos de sangre, donde aportar sus recuerdos sin momentos incómodos.

Y es que en el debate que conduce Izaguirre, cada tertuliano suma sus conocimientos sobre el personaje, o sus vivencias más placenteras.

En cambio, quienes se sientan junto a Corredera prometen lanzar “bombas que detonarán” durante la entrega. Destapan momentos delicados e indagan sobre ellos sin pudor: el funeral de un familiar, las cenizas, los seres queridos vetados en esas situaciones... como si lo que prefieren guardarse en TVE, pasara en relevo a Telecinco para hacerlo sin miramientos.

Las consecuencias de un tratamiento menos blanco

Esto último ha provocado situaciones críticas para el programa como que en 2008 fuera condenado por vulneración del derecho al honor por el Juzgado de Primera Instancia número 8 de Santander, con motivo de una demanda presentada por Carmen Martínez Bordiú a raíz de unas declaraciones vertidas sobre su persona.

Igualmente, ha recibido críticas en las redes durante la emisión de la reciente entrega sobre Ana Obregón, días después del fallecimiento de su hijo. Sin embargo, fuentes de Mediaset explican a Vertele que la propia Obregón transmitió su agradecimiento por el tono del reportaje a la productora y la cadena. Además, nos explican que el motivo por el que sus programas sólo pueden verse una semana a la carta (en Mitele ya no está el de Obregón) se debe a los acuerdos alcanzados con otras cadenas para emitir imágenes suyas en los fragmentos de recuerdo.

Un formato de garantías (sea cual sea el tratamiento)

Definitivamente, Lazos de sangre y Hormigas blancas son programas similares, que tratan la vida de (casi) los mismos personajes pero con un tratamiento opuesto que permite que haya cabida para ambos. Lo demuestran las cifras de audiencia que casi están a la par.

La emisión de TVE durante los miércoles en prime time ha anotado las siguientes cifras:

  • Carmen Sevilla (17 junio): 11.1% y 1.745.000
  • Al Bano y Romina (24 junio): 8.4% y 1.224.000
  • Martes y trece (1 julio): 10.9% y 1.438.000
  • Saga Valenzuela-Dibildos (8 julio): 9.4% y 1.251.000
  • José Bono (22 julio): 9.9% y 1.229.000
  • Antonia Dell'Atte (29 julio): 8.6% y 1.027.000

Mientras que la de Telecinco durante las noches dominicales casi se igualan:

  • Ana Obregón (26 julio): 13.1% y 1.226.000
  • Miguel Bosé (2 agosto): 14.1% y 1.319.000

Algo que demuestra que, sea cual sea la versión tratada, existe un público interesado en conocer la historia de los personajes más famosos del país.

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